En la escuela de la localidad rural de Llepo, ubicada camino a la precordillera de Linares, se intenta mantener viva la tradición de la Fiesta de la Cruz de Mayo.
La conmemoración religiosa en su quinta versión, rescata una antigua costumbre de los misioneros para llegar a los pueblos originarios: vestir las casas con cruces de flores, junto a un día de reflexión. Pero también, de compartir las tradiciones musicales y culinarias del centro sur del país.
Para los vecinos, un momento muy importante, más aún que se buscaba reunir recursos para ir en rescate de la capilla católica, dañada por el terremoto de febrero.
Como tenía que ser, una vigilia con fogatas, simbolizando la Luz de Cristo, y pies de cueca, expresaron la Fe en la redención para iluminar el alma de las comunidades campesinas, sus siembras y a niños y adultos aún no bautizados.
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