Mientras en todos los medios las autoridades hablan de reconstrucción y viviendas de emergencia, en pleno centro de la ciudad sobrevive una silenciosa mujer quien sufre la indiferencia diaria de automovilistas y transeúntes.
Es Rosa Castro. A ella, el terremoto le destruyó la vivienda familiar ubicada en Max Jara, entre Manuel Rodríguez y Chacabuco. Duerme en una carpa en medio de lo que fue su casa y, junto a su hijo, esperan en medio de la desesperanza un techo digno para continuar con su vida.
Si bien muchas personas llaman a la iniciativa personal para solucionar los problemas, este es un buen ejemplo de paciencia ante el aguacero de anuncios de viviendas de emergencias y ayudas.
Sin duda, una alerta para lo que se viene: el invierno que pillará a miles de familias sin un techo donde vivir, ya que son cerca de un millar de casas inhabitables. Saque usted la cuenta.
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